Yo soy la Señora del Santo Rosario

Yo soy la Señora del Santo Rosario

la vierge remettant le rosaireEn Lourdes, Nuestra Señora reveló su nombre el 25 de marzo de 1858: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. En Fátima igualmente, no reveló su nombre hasta la última de sus apariciones en la Cova de Iría, el 13 de octubre 1917: “Soy Nuestra Señora del Rosario”.

“Yo soy … Nossa Senhora”

La palabra “Senhora” denota autoridad, reino y gobierno. De hecho, Fátima es una manifestación extraordinaria del poder real de la Madre de Dios, de la omnipotentia supplex (omnipotencia suplicante).

Esta frase, sin embargo, es un problema. Gramaticalmente correcto se diría: “Yo soy vuestra Reina”, “Yo soy la Reina”, etc. Pero Ella dice: Yo soy… ¡Nuestra Señora!

Quizás adoptó la expresión común de “Nuestra Señora”, que la gente en todo el mundo Le han dado. Ella ama tanto esta invocación que se la atribuyó a sí misma. “Yo soy realmente aquella que vosotros llamáis ‘Nuestra Señora’. Vosotros me llamáis ‘Nuestra Señora’ y tenéis razón, ¡yo lo soy!”

Por medio de esta expresión poco común Ella trata de explicar que es realmente “Señora”, la Reina que recibió de Su Hijo divino la plena dignidad real y autoridad ejecutiva. Pero esta autoridad y poder es “nuestra”, nos pertenece. María es “Nuestra Señora”, parte de nosotros: en otras palabras, Su autoridad y poder es sólo para nuestro bien, para nuestra causa, para nuestra felicidad.

“Yo soy Nuestra Señora del Santo Rosario”

Su autoridad real se especifica en la palabra “Rosario”. Esto significa que el Santo Rosario es el lugar y la atmósfera en la cual Ella ejerce su ser como Reina, Dama y Señora. ¿Qué es el Santo Rosario? “Rosarium” es el ramo de las más bellas rosas de virtud, amor y santidad ofrecidas al Altísimo para nuestra salvación. Es la cadena que une el Cielo con la tierra, el ancla que encadena el barco del alma con el puerto eterno. Es la corona de las más bellas joyas, el más precioso regalo para el Rey eterno.

“Yo soy Nuestra Señora del Rosario” significa: “Yo misma soy la conexión entre el Cielo y la tierra, la escalera con la cual Dios baja al mundo y por la cual vosotros retornáis a Dios. Yo soy la ‘Señora’, la autoridad para ordenar y mandar todas las “rosas”, todas las buenas obras e intenciones de mis hijos, que han de ser ofrecidas a Dios. Yo tomo todas las joyas de mis hijos y uno a ellas todas mis virtudes y mi inmenso amor para así hacer una corona inmaculada digna para poner sobre la cabeza de mi Hijo divino como un acto supremo de honra, adoración y sumisión.”

El Santo Rosario es la vida, la muerte y la resurrección de Nuestro Señor revivida, meditada en nuestro corazón ¡con y en María! “Yo soy Nuestra Señora del Santo Rosario” significa que Ella es la “Señora” de la vida, muerte y resurrección de Nuestro Señor recordada y revivida en nuestros corazones y presente en el altar de nuestra salvación.

¿Pero es que esto significa que el reavivamiento espiritual de los 33 años de Nuestro Señor está en nosotros? Significa que Jesucristo mismo entra en nuestras almas con Su Preciosa Sangre para limpiarnos de nuestros pecados, para purificarnos de la lepra espiritual, para liberarnos de las cadenas del diablo y para convertirnos del camino que lleva al abismo eterno. Después de habernos purificado, Nuestro Señor llena nuestra alma con la vida de Dios, con Su luz y bondad eterna y finalmente, con Su gloria perpetua.

Ahora, Nuestra Señora es la Madre y Reina de este reavivamiento espiritual en Jesucristo: Ella lo hace venir una y otra vez dentro de las almas de Sus hijos con todas las gracias de conversión, purificación, santificación y glorificación.

 

Illusration : Flickr/Jean-Louis Mazières (CC BY-NC-SA 2.0)

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