Este singular privilegio de la Madre de Dios fue definido por la Iglesia hasta el siglo XIX. Pero su santidad eminente siempre ha sido proclamada. Por tanto, la fiesta de la Concepción de María se celebra desde el siglo VII. La Alta Edad Media buscó la solución teológica para conciliar la universalidad de la salvación por Cristo y la Inmaculada Concepción de la Virgen.
El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX procedió a la definición solemne de la Inmaculada Concepción mediante la bula Ineffabilis Deus.
Cabe destacar los textos bíblicos en los que se basa la definición.
Gen 3, 15: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza, y tú le morderás el calcañar”. Todos los comentaristas coinciden en que la mujer anunciada es la Virgen. Por tanto, este texto anuncia la victoria de María sobre el demonio, lo que implica su exención de todo pecado.
Lc 1, 28: “Ave gratia plena, Dominus tecum.” Los Padres de la Iglesia afirman que esta plenitud de gracia es tal que la excluye de todo pecado.
La definición de la bula Ineffabilis Deus
La bula del 8 de diciembre de 1854 se expresa de la siguiente manera: “Definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio especial de Dios omnipotente, en previsión de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, y, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles”.
“Primer instante de su concepción”: se refiere al momento de la unión del cuerpo con el alma racional.
“Privilegio especial”: que exime a la Virgen de la ley común: fue concebida según las leyes de la naturaleza, por lo que el efecto fue suspendido para ella.
“En previsión de los méritos de Jesucristo”: la Inmaculada Concepción procede de los méritos de Cristo. Nuestra Señora, por tanto, es verdaderamente redimida por el Salvador.
“Toda mancha”: la falta y el castigo ocasionado por el pecado, por eso los sufrimientos padecidos por la Santísima Virgen no son considerados como un castigo.
“Revelada”: es un dogma, aunque solo implícitamente contenido en la Revelación. Por tanto, es de fe que la Virgen María fue preservada de toda mancha del pecado original.
La teología se deleita en buscar las razones que explican la Inmaculada Concepción
Con respecto a Cristo: el hecho de nacer de una madre sujeta al pecado sería deshonroso.
Con respecto a la Santísima Trinidad: no sería apropiado que una persona tan cercana a la Santísima Trinidad viviera, aunque fuero por un instante solamente, en estado de pecado.
En lo que respecta a la Iglesia:
*Nuestra Señora es la primera de los redimidos. Debe tener la perfección suprema entre todos los redimidos. Esta perfección consiste en la redención mediante la preservación, y no la restauración.
* Un mediador no debe oponerse a ninguno de los términos que une. La Virgen es mediadora de todas las gracias, papel que ejerce en la dependencia de Cristo. Por tanto, no debe tener pecado.
Del dogma de la Inmaculada Concepción se desprende el hecho de que Nuestra Señora tuvo la gracia desde el primer momento de su concepción, ya que el pecado original es la privación de la gracia santificante.