El apostolado de la MI se halla bajo la guía espiritual y la protección de San Maximiliano Kolbe, el cual fue un esclarecido modelo de celo por la salvación de las almas y por la propagación del reinado de Cristo por medio de la Inmaculada. Su celo no conocía frontera alguna. Lo que más le hubiera gustado es trabajar para la Inmaculada en todos los países del mundo.
Apenas había fundado la ciudad de la Inmaculada en Polonia, cuando pedía a sus superiores el permiso para ir a predicar al Japón. Los superiores le preguntaron asombrados si conocía el idioma japonés, si tenía allí algún contacto, o si disponía de dinero para ese propósito; el santo contestó negativamente a todas esas preguntas. Sin embargo, como sus superiores ya lo conocían, lo dejaron partir. Su inconmensurable confianza para con su Señora no quedó decepcionada. Su divisa era, entregar todo en manos de la Inmaculada, realmente todo; entonces se dirigía a ella lleno de confianza, de manera que lo que pedía lo obtenía.