Cada vez que San Maximiliano Kolbe habla sobre Nuestra Señora, generalmente utiliza los mismos títulos: “Inmaculada”, “Madre Celestial” (refiriéndose frecuentemente a Ella con el nombre afectuoso Mamusia – Mamacita), y “Reina del Cielo y de la Tierra”.
¡Queridos Caballeros de la Inmaculada!
Cada vez que San Maximiliano Kolbe habla sobre Nuestra Señora, generalmente utiliza los mismos títulos: “Inmaculada”, “Madre Celestial” (refiriéndose frecuentemente a Ella con el nombre afectuoso Mamusia – Mamacita), y “Reina del Cielo y de la Tierra”.
Examinemos estos últimos dos títulos con un poco más de detalle, y en efecto veremos que la meta y la gran aspiración del Caballero [debe ser la ] de continuamente conocer más y amar a la Inmaculada y que de la misma manera otros la conozcan y LA amen.
Todos los Católicos fieles rezan y cantan a Nuestra Señora como Madre y Reina, por eso parecería superfluo gastar el tiempo con tales hechos de por sí obvios.
Aún así, me atrevo a decir que estamos utilizando aquí palabras que nunca podremos comprender en su total profundidad:
¿Qué significa ser madre? Una buena madre se dedica totalmente a su hijo, lo ama de todo corazón y le daría todo lo que posee. Ella da a luz a su hijo, lo alimenta, lo viste, se preocupa por su bienestar físico y espiritual, lo educa y lo introduce a la vida. Ella lo protege de los peligros y se sacrifica simplemente para ver a su hijo contento y feliz.
Si aplicamos esto a Nuestra Señora, entonces debemos estar convencidos que ELLA no solamente es una madre de este tipo, sino que Su maternidad sobrepasa insondablemente estos términos y definiciones. San Luis María Grignion de Montfort intentó explicar el amor de Nuestra Señora por sus hijos de la siguiente manera: “Ella los ama tiernamente, más tiernamente que todas las madres del mundo en conjunto. Tome el amor de todas las madres del mundo por sus hijos, derrame todo ese amor dentro del corazón de una madre por un solo hijo. Ese amor de madre ciertamente sería inmenso. No obstante, el amor de María por cada uno de sus hijos tiene mucha más ternura que el amor de aquella madre por su hijo.” ¡Reflexionar estas palabras es suficiente para hacernos marear! Y aquí llegamos muy cerca al secreto de lo que realmente significa: ¡María es mi Madre! Pero es muy difícil de que realmente lo creamos: “Mi Señora, yo creo que me amas! Pero que me ame tanto es simplemente increíble, no solamente tanto como Santa Mónica amaba a San Agustín, no sólo 10 veces más, ¡sino millones de veces más!”
Similarmente, cuando nos referimos a los famoso títulos, por ejemplo “Madre del Perpetuo Socorro” encontramos que en cada momento, día y noche, en todas las situaciones, Nuestra Señora anhela entregarnos toda Su ayuda, todo Su poder y gracia, toda luz y fuerza en abundancia sobre todos nosotros. Nuestra “Madre del Buen Consejo” no solamente nos da de vez en cuando un poco de buen consejo, sino en cada momento y en cada situación, en cada evento, nos ofrece luz y entendimiento de lo que se debe hacer y evitar.
Podemos continuar de la misma manera con todos los títulos de Nuestra Señora, y cada vez nos sentiremos avergonzados de lo poco que realmente LA conocemos y qué poco sabemos en el fondo sobre su amor de madre.
Por eso, es imperativo que resolvamos hacer una permanente corrección; en otras palabras, ¡tenemos que mirar más profundamente dentro de SU corazón y pedirle que nos guíe hacia el secreto de SU corazón! ¡Y esto es exactamente la esencia de la devoción a Su Inmaculado Corazón!
No hay nada más íntimo que la relación de una madre con su hijo, y en este sentido Nuestra Señora desea estar más cerca de nosotros que la mejor de todas las madres. En efecto, Ella está aún más cerca de nosotros que la cercanía de todas las mejores madres en conjunto. Ella desea atraernos hacia sí misma para que seamos un corazón y un alma con Ella. Pero si vivimos esta realidad, podemos caer en el riesgo de no ver la realidad completa de Nuestra Señora. Imperceptiblemente, nuestro amor infantil sería sentimental, o bajaríamos a la madre a nuestro nivel porque se encuentra tan cerca de nosotros, a lo cual Nuestra Señora sería comprendida demasiado humanamente. ELLA estaría solo un escalón más alto de nuestra comprensión natural de la relación de una madre con su hijo.
Por esta razón, el título “Madre” tan extenso e incomprensible como es, no dice todo sobre el Secreto de María. Es completado con el aspecto de “Reina”. Aquí se expresa particularmente la autoridad, el poder de Nuestra Señora sobre todos Sus sujetos, pero también el aspecto de la defensa de la tierra patria y de todas las instituciones, dado que la autoridad real también expresa el máximo poder militar, que protege a los sujetos de los enemigos y de los ataques de asaltantes.
En Nuestra Señora, es el aspecto complementario de su dignidad real, la razón de su MAJESTAD, que la coloca sobre todas las criaturas porque toma parte de la infinita Majestad, Omnipotencia y ordenadora Sabiduría de Dios. Imaginemos solamente el poder y la majestad de un solo ángel. Ahora, existen tantos ángeles guardianes como existieron y existen [y existirán] personas hasta el fin del mundo. Pero éste es únicamente el coro más inferior de las huestes celestiales. A la cabeza de ese número inconcebiblemente grande, casi infinito de espíritus celestiales exaltados, se encuentra San Miguel Arcángel. Podemos referirnos a los santos de la misma manera. Quien medite sobre esto un poco más en profundidad, no cesará de sorprenderse: “¡CUAN GRANDE ERES, OH MARIA!”
¿Y quién soy yo, miserable gusano y un nada indigno comparado con sólo un ángel o un santo? Y véase aquí, todos los ángeles y santos de rodillas a SUS PIES cantando: “Regina Caeli, Laetare, Ave Regina Caelorum Ave Domina Angelorum, etc.” ¿Cómo puedo yo atreverme ni siquiera a fijarme en sus pies, ni hablar de mirarle a los ojos?
¡Debemos estar impregnados de la majestad real y de la grandeza inexplicable de la Obra Maestra de Dios, junto a la cual todas las demás obras son una pila de piedras comparadas con una montaña infinitamente alta!
Ahora, no es fácil unir estas dos realidades: ¡la más tierna madre y la tremenda reina! Por lo tanto, debemos siempre meditar ambas verdades para evitar caer en uno de los extremos: por un lado, debido a su majestad, no atrevernos a acercarnos a Ella, y por el otro lado, teniendo una intimidad demasiado grande, nos olvidemos que nuestra “querida mamacita” es la Señora del Universo, a cuyos pies Dios ha colocado todo y todas las criaturas.
Pero ¿cómo debería ser nuestra relación con María, la “mater et domina”? Muy simple: si nos esforzamos siempre y totalmente a ser sus hijos obedientes, entonces Ella se revelará aún más a nosotros, cuán infinitamente amante “Madre Celestial” Ella es. Pero al mismo tiempo debemos reconocer en todo que somos sus sujetos, diseñados a obedecer a la reina como esclavos y nunca hacer, pensar, o decir algo sin su consentimiento.
¿Qué es lo que nuestra Reina desea de nosotros? ¿Qué tareas nos da como sus hijos y sujetos?
El comandante en todas las batallas de Dios está rodeado de sus huestes: todos los santos en todos los tiempos comprendieron este llamado del Rey y la Reina. Por esta razón hemos recibido un sacramento especial que nos permite obedecer su llamado: ¡la Confirmación! Por un lado, el Espíritu Santo nos otorgó Sus siete dones para que la obra de redención de Cristo sea llevada a la perfección en nosotros, por el otro lado, para capacitarnos a tomar parte en la formación del Cuerpo Místico de Cristo. En otras palabras, vivir nuestro profundo llamado y cumplir con las tareas que la Divina Providencia nos ha asignado. Y esta asignatura consiste en ser soldados e instrumentos de Cristo y salvar cuantas más almas posibles de la condenación eterna. Pero Cristo nombró a Su Madre, la Reina del Cielo y de la Tierra a conducir las batallas de Dios y de aplastar la cabeza del diablo. El quiere que todos los miembros del Cuerpo Místico estén sujetos a esta Reina, que se unan a SU armada y cumplan con el objetivo de nuestras vidas; dar a Dios la mayor gloria y salvar cuantas más almas sean posibles.
Conforme con las revelaciones de Nuestro Señor, sin embargo, vendrá un tiempo donde la batalla se desencadenará en su peor forma, a saber, en los últimos tiempos de la historia del mundo. En ese tiempo el enemigo, que ya no le queda mucho tiempo, aumentará su furia, redoblará sus esfuerzos de ataques diarios, y (por supuesto en vano) intentará vencer a la Reina. Pero hay algo que él conseguirá: ¡arrastrar abajo, hacia el abismo eterno a muchos de SUS hijos!
¡Por esta razón es que Nuestra Señora apareció en Fátima hace 100 años! Fue para impartir a sus hijos su total amor maternal y para hacerles el llamado de la reina. Fátima es el llamado de la Reina en los últimos tiempos. Es el mensaje consolador de su victoria segura al final, pero asimismo la solicitud urgente, de ser serios hasta el puro final respecto de nuestra dignidad: ¡ser SUS hijos, siervos, esclavos, soldados, legionarios y caballeros!
Hace más de 300 años, San Luis María Grignion de Montfort profetizó que en los últimos tiempos únicamente los fieles “Apóstoles de Jesús y María” obtendrían la victoria, es decir, todos los que viven la “Perfecta Devoción a María, los hijos fieles y esclavos de esta mejor Madre y Señora.
Y hace más de 100 años, San Maximiliano Kolbe nos dió una adición importante, de manera que podamos comprender en concreto y cumplir nuestra tarea de los últimos tiempos:
María quiere que no sólo la reconozcamos como Madre cuando oímos sus súplicas y peticiones: “¡Ayúdame hijo! ¡Sin ti no puedo derramar en las almas la plenitud de gracia que mi Hijo me ha concedido! Únicamente cuando encuentro instrumentos que me permiten como un canal, derramar gracias de conversión y santificación desde mi corazón hacia los corazones de los pobres pecadores, ¡sólo entonces puedo ser para todos la “MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS”!
La Inmaculada sólo será honrada como Reina cuando LA rodeamos como una pequeña armada de caballeros fieles, que defienden SU gran causa y que efectúan y aceleran SU victoria. ¿Y que es esta victoria? La salvación de las almas: “Trabajar por la conversión a Dios de todos los hombres, sean pecadores, herejes, cismáticos, judíos, etc., en particular los masones; que todos se conviertan en santos bajo el patronato y por la mediación de la Virgen Inmaculada” (tomado de los estatutos originales de la MI).
Rheinhausen, 31 de mayo del 2017
Padre Karl Stehlin
PS: Invitación a la celebración del aniversario con el Obispo Fellay en Fátima
¡Quisiera invitar cordialmente a todos los caballeros a la celebración del aniversario de la MI en Fátima! El 20 de agosto tendremos la ceremonia de conmemoración del 100º aniversario de la MI según el programa oficial de la SSPX en Fátima (aprox. 4:30pm). El programa oficial se encuentra en la página web de la MI (https://m-i.info). Por favor vengan en gran número a esta celebración única, para conmemorar este gran aniversario y agradecer a la Inmaculada por todas las gracias junto con los caballeros en todo el mundo! Aquellos que no pueden participar están invitados a unirse espiritualmente y a renovar al mismo tiempo con nosotros la Consagración a la Inmaculada.
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