Tabla de contenido
- ¿Cómo conocer la voluntad de la Inmaculada?
- ¿De qué manera Dios nos revela lo que espera de nosotros?
- Pero, ¿cómo se manifiesta concretamente esta voluntad en nuestra vida cotidiana?
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1. ¿Cómo conocer la voluntad de la Inmaculada?
¿Puede el CABALLERO DE LA INMACULADA estar seguro de lograr una meta tan alta como la suya, a saber, salvar almas? ¿Existe una base sólida en la que pueda confiar sin temor a cometer un error?
Solo hay un criterio seguro, y el Caballero lo encuentra solo en la fe: el fin del hombre es honrar y amar a Dios haciendo su voluntad. Si el hombre conoce la voluntad de Dios y la toma como regla de sus actos, se eleva por encima de la inconstancia e incertidumbre de todo lo terrenal, y se ancla en la sabiduría de Dios, inmutable, infinita y eterna.
Quien más hace por la causa de la Inmaculada es aquel que, en todo, cumple la voluntad de Dios con la mayor perfección posible.
Más aún: quien cumple perfectamente la voluntad de Dios puede decir con razón que Dios mismo, el Dios todopoderoso e infinito, no podía hacer más. Así, pues, quien cumple la voluntad de Dios con la mayor perfección posible, hace mucho por el bien de las almas. Porque este es el camino que el mismo Jesús, nuestro Salvador, nos mostró; si hubiera otro más perfecto, lo habría elegido. Ahora bien, durante treinta años, estuvo sujeto a su Santísima Madre y a San José, y en esto cumplió incansablemente la voluntad del Padre.
Para esto, no hay necesidad de entrenamiento o preparación especiales. Todos pueden hacer lo máximo por la causa de la Inmaculada mediante el cumplimiento exacto de su papel como cada uno de los pequeños «engranajes» que juntos forman la gran «máquina» que es Niepokalanów – ¡la Ciudad de la Inmaculada! (Conferencia del 18 de abril de 1937; KMK, págs. 117–118)
2. ¿De qué manera Dios nos revela lo que espera de nosotros?
¿Cuál es el plan de vida que Él ha previsto desde toda la eternidad para nuestro mayor bien? Aquí se aplica un principio que se extiende a toda la creación: Dios, la causa primera, suele utilizar un gran número de causas segundas, que son como «espejos» que lo reflejan, o canales a través de los cuales dispensa su gracia, su luz, su voluntad.
Cuando actúa, Dios siempre quiere servirse de instrumentos y, a su vez, estos instrumentos usan otros instrumentos, para que juntos formen un todo armonioso, hermoso y preciso. Somos estos instrumentos de la Inmaculada. Aunque Dios nos ha dado libre albedrío, quiere que estos instrumentos le sirvan, que sometan su voluntad a la Suya, como lo hizo Nuestra Señora cuando dijo: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra». Estas palabras «Hágase en mí…» deben estar siempre en nuestros labios, porque siempre debe reinar una perfecta armonía entre la voluntad de la Inmaculada y la nuestra. ¿Entonces, qué debemos hacer? Dejémonos guiar por María y no tengamos miedo. Al usar la expresión «voluntad de la Inmaculada» en lugar de «voluntad de Dios», damos mayor gloria a Dios, porque así reconocemos que la Santísima Virgen es la criatura más perfecta de Dios. Por tanto, dejémonos guiar por Ella en nuestra vida interior y exterior, y queramos lo que ella quiere. (Conferencia del 13.06.1933; CDM, págs. 117–118.)
Podemos con toda tranquilidad de conciencia utilizar la siguiente expresión: «Quiero cumplir la voluntad de la Inmaculada», porque Ella siempre quiere lo que Jesús quiere, y Jesús siempre quiere lo que el Padre quiere. Por lo tanto, lo que Ella quiere siempre coincide con la voluntad del Hijo y del Padre. Vayamos más allá: cuando reivindicamos la voluntad de la Inmaculada, no sólo demostramos que amamos la voluntad de Dios, sino que proclamamos que la voluntad de la Inmaculada es tan perfecta, que no se distingue en nada de la voluntad de Dios, y así damos gloria a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, por haber creado un ser tan perfecto y por haberlo hecho apto para ser su Madre. (Fragmento de libro inconcluso…; BMK, p. 612.)
El Caballero de la Inmaculada que cumple la voluntad de su Reina ha elegido la mejor parte. No hay mayor perfección, no hay acción más magnífica que olvidarse por completo de uno mismo y hacer la infinita y perfecta voluntad de Dios, que se refleja en la voluntad de la Inmaculada.
3. Pero, ¿cómo se manifiesta concretamente esta voluntad en nuestra vida cotidiana?
- En primer lugar, por los mandamientos.
- Por las verdades reveladas de nuestra fe.
- Por las santas reglas de vida que nos da la Santa Iglesia Católica.
A veces conocemos los deseos de María mediante inspiraciones interiores. Pero, por nosotros mismos, casi nunca podemos saber con certeza si provienen de María o de nuestro amor propio, o incluso del diablo. Presentándose como ángel de luz, Satanás a veces logra hacer que realicemos acciones muy santas en sí mismas, que pueden ser buenas para otro, pero que no son lo que Dios espera de nosotros.
Aunque tuviéramos una visión y pensáramos que la Santísima Virgen se nos aparece para encargarnos la más sublime misión, ¿cómo podemos estar seguros de que realmente es Ella y no una ilusión o una trampa del demonio? La mejor prueba es la obediencia a los superiores. (Manuscrito M.I; CDM, p. 118.)
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