La MI postconciliar
El Papa Juan Pablo reúne Franciszek Gajowniczek en la canonización de San Maximiliano. Maximilian sacrificó su vivo para él. |
La Milicia de la Inmaculada fue rebautizada, transformándose en Misión de la Inmaculada, más pacifista y conforme con los principios de la libertad. El fin fue cambiado radicalmente: ya no se hace mención de los masones, de los herejes, etc… Asimismo, la oración Oh María, sin pecado concebida… se halla desprovista de su conclusión impuesta por el santo fundador: y por todos los que no recurren a Vos, en especial por los masones. La conversión de las almas, abandonar el error y volver al regazo de la santa madre Iglesia ya no figuran en los estatutos. No hay ni una sola palabra sobre el diablo, como enemigo principal de la Inmaculada y de las almas. En consecuencia, ninguna alusión a la salvación de las almas, las cuales hay que arrebatarlas del infierno.
Esencia de la MI
Si bien todavía se menciona la consagración total a la Inmaculada, la realización concreta de esta consagración se halla esencialmente modificada pues ya no se habla de obediencia, el apostolado se halla desviado de su fin principal que es la propagación de la verdad por la Inmaculada, en favor de actividades sociales proclives a la promoción de la dignidad de la persona humana y a la protección de la vida. Se presenta a la Santísima Virgen María simplemente como un ejemplo y modelo a imitar. Se ha eliminado lo que San Maximiliano Maria llamaba “la aplicación práctica del dogma de la Inmaculada Concepción”, es decir, su papel activo de Mediadora de todas las gracias (verdad que se presenta desde el Vaticano II como una opinión discutible), en particular las gracias de conversión y de santificación. Se reniega de esta manera lo que el fundador ponía como base de su obra: “La actividad de la Milicia se funda sobre la base de la verdad por la cual María es la Mediadora de todas las gracias; de no ser así, todo nuestro trabajo y todos nuestros esfuerzos serían vanos” (Conf 6, VI, 1933).