¿La compasión de María satisfizo por nuestros pecados?

¿La compasión de María satisfizo por nuestros pecados?

La Madre de Dios realmente mereció nuestra salvación, como se mostró en el artículo anterior, y como enseña el Papa San Pío X. La presente cuestión examina si los sufrimientos de María participaron en la satisfacción de nuestros pecados.

El Papa León XIII explica en su encíclica Jucunda semper sobre el rosario: “Porque, al ofrecerse a Dios como sierva para ser su madre, y al consagrarse enteramente a Él en el Templo con su Hijo, se asoció, en ambos actos, a ese Hijo en la laboriosa expiación del género humano”.

La satisfacción

La satisfacción consiste en ofrecer al ofendido una compensación por la pena y la ofensa que se le han hecho. En sí misma, la satisfacción debería ser suficiente, según la etimología: satis-facere, hacer suficiente.

Sin embargo, cabe añadir que uno puede satisfacer por sí mismo, o por los demás. En este caso, al igual que en el caso de Cristo, se trata de una satisfacción vicaria (para los demás), ya que Nuestra Señora no tenía que satisfacer por ella misma, no habiendo cometido pecado, y habiendo sido redimida por modo de preservación.

Pero debemos preguntarnos cuál es su papel en la salvación de los hombres. La satisfacción vicaria requiere varias condiciones:

– Asumir voluntariamente una pena por amor al bien común a reparar (satisfacción).
* Es perfecta “si se ofrece al ofendido algo que este último ame tanto o más de lo que odió la ofensa” (III, 48, 2).
* Aunque la satisfacción sea imperfecta, es sin embargo eficaz siempre que el ofendido quede satisfecho con ella.

– La pena debida por los pecados de los demás (que distingue la satisfacción vicaria).
– El ofensor, y el que satisface, aman el bien común a restaurar.
– Hay una cierta unión natural o moral entre ellos.

¿Qué hay de la Madre de Dios?

Al igual que el mérito, la satisfacción de María es secundaria y subordinada a la de Cristo.

– María asume voluntariamente la compasión, que agrada a Dios en la medida:
* De la grandeza de su caridad.
* De su dignidad de Madre de Dios.
* De la extensión e intensidad de su dolor.

Se trata de una satisfacción imperfecta porque su dignidad de Madre de Dios no equivale a la de una Persona divina. Sin embargo, su extensión es universal como lo es su mérito.

– Repara por los hombres, no por ella misma.
– Se adhiere a la intención de Cristo de expiar los pecados del mundo.
– Es de naturaleza humana.

Santo Tomás precisa: “También podemos hablar de una satisfacción que es suficiente, pero imperfecta, porque es aceptada, a pesar de su debilidad, por quien se dará por satisfecho con ella. En este sentido, la satisfacción ofrecida por un simple hombre es suficiente. Y como lo imperfecto presupone siempre una realidad perfecta que lo fundamenta, significa que la satisfacción de todo hombre ordinario deriva su eficacia de la satisfacción de Cristo”.

La compasión de María es la primera en el orden de las satisfacciones imperfectas, la primera en participar en la obra del Salvador, pues se extiende a todos los hombres.

FSSPX

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