Los Apóstoles de los últimos tiempos

Los Apóstoles de los últimos tiempos

San Luis María Grignion de Montfort denomina especialmente a los que se consagran totalmente a la Virgen en estos últimos tiempos: “Apóstoles de los últimos tiempos” y describe también su manera de responder, sus cualidades y su disposición de corazón.

Es plenamente consciente del papel de la Inmaculada en la batalla final. Se trata del retorno de los seres humanos a Dios en una hora especial de la humanidad, la última.

La Parusía de Jesús, los diversos textos de las Epístolas de los Apóstoles y, sobre todo, el Libro del Apocalipsis nos revelan estos tiempos como la apoteosis de la violencia de Satanás, de su rebelión final.

En medio de la aparente victoria total del adversario, aparece el “Rey de Reyes y Señor de Señores”, que trae la victoria final, que lleva inmediatamente al juicio final y a la eternidad.

Si la Santísima Virgen es el camino por el que Dios desciende a nosotros, es lógico que también sea el camino por el que retornamos a Dios. Al mismo tiempo, la etapa más importante de este camino es la última, el ascenso a la cima de la montaña.

La primera característica del cristiano fiel de los últimos tiempos es el espíritu apostólico. En Fátima, la misma Virgen forma a los pequeños como apóstoles, sacándolos de la vida religiosa “privada” y personal, y colocándolos dentro de las mayores preocupaciones por las almas, por la Iglesia, por el mundo entero.

200 años antes, San Luis vislumbra a los “siervos, esclavos e hijos de María” como salen al mundo para predicar la verdadera devoción a María y como aplastan así la cabeza del diablo. “Serán como nubes de trueno, que volarán al menor soplo del Espíritu Santo, para sembrar la Palabra de Dios y traer la vida eterna.”

Esta misión de apóstol de María se concretiza como una participación en la batalla final, la batalla decisiva de los últimos tiempos entre el diablo y la Inmaculada, que aplasta la cabeza del diablo. El “botín” por el que se juega todo son las almas.

No en vano en Fátima, María muestra a los niños el infierno y las almas que caen al infierno como en un torbellino. Todo el mensaje de Fátima es una llamada de alarma de la Madre que muestra a sus hijos el gran peligro y quiere librarlos del mismo.

La aparición del 13 de julio describe la apoteosis, la victoria casi total de Satanás por parte de sus cómplices, el ateísmo materialista que gobierna el mundo. En cambio, el Corazón Inmaculado de María se erige como la única salvación y la única victoria segura que Dios nos ha dado.

San Luis señala claramente que esta lucha es terrible. “Finalmente, María ha de ser temible como una tropa armada, poderosa como un ejército, dispuesta a luchar contra Satanás y sus cómplices, sobre todo en esos últimos tiempos, en los que el diablo sabe perfectamente que sólo le queda poco tiempo (véase Ap. 12,12) para corromper a las almas.

“Por eso, cada día redoblará la cruel persecución y tenderá terribles trampas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, ya que le cuesta más vencerlos que a los demás. Es precisamente con respecto a estas últimas y crueles persecuciones del diablo, que aumentarán diariamente hasta el reinado del Anticristo, que hay que comprender aquella primera famosa promesa y maldición de Dios, que pronunció contra la serpiente en el paraíso terrenal: ‘Pondré enemistad entre tí y la mujer’.”

Por lo tanto, los apóstoles de la Virgen serán un signo de contradicción: “Para los pobres y los pequeños serán la fragancia de Cristo, pero para los ‘grandes de este mundo’, los ricos y los orgullosos, serán la fragancia de la muerte.

“Serán como nubes de tormenta que vuelan a lo lejos a la menor brisa del Espíritu Santo para sembrar la Palabra de Dios y traer la vida eterna. Estrujarán el pecado, rugirán contra el mundo, lucharán contra el diablo y sus secuaces, atravesarán, ya sea a la vida o a la muerte, con la espada de doble filo de la Palabra de Dios, a todos a los que Dios los envíe.”

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