Carta del Padre Director nº 17
No debemos dormirnos, ¡y menos ahora!
Queridos Caballeros de la Inmaculada,
Los acontecimientos se están precipitando. El adversario parece lanzar por todos lados un ataque general. Quien no sabe a través de quién vendrá la victoria segura en estos tiempos, está perdido.
La “abominación desoladora” se está extendiendo a velocidad de rayo con una brutalidad sin precedentes. El 16 de julio de 2021, el Papa condenó a muerte, por así decirlo, la Santa Misa tradicional. En Fátima se ha prohibido dar la comunión en la boca, al igual que en muchas otras diócesis del mundo. El sacerdote que todavía se atreve a dar la comunión de forma oral a algunas personas, es sancionado por ello. Ahora bien, muchos de estos sacerdotes aceptan ser obligados a dar la comunión en la mano, lo que significa que aún hace falta mucho para recibir el entendimiento de toda la enseñanza tradicional de la Iglesia. En efecto, ¡una sola comunión en la mano es objetivamente un terrible sacrilegio! Algunos de estos sacerdotes perecen literalmente en lo espiritual, otros se vuelcan a todo tipo de grupos carismáticos y sectas, se adhieren a supuestas apariciones, pasan a la clandestinidad, se convierten en solitarios que cocinan su propia sopa espiritual, sin apoyo ni guía. Esto crea una confusión desesperante que crece día a día en los círculos católicos conservadores.
El camino de estos sacerdotes y fieles hacia la misa tradicional suele ser muy largo. Apenas conocen las enseñanzas no adulteradas. El peligro es grande que los católicos conservadores -abandonados por sus pastores y después de haber sido rechazados- se dividan en mil sectas pequeñas, las cuales quedarán en la nada tras el fallecimiento de algún líder carismático, sacerdote o vidente. Este es, según prelados amigos, el mayor peligro que amenaza a los católicos tradicionalistas.
Cuán indeciblemente agradecidos debemos estar de poder estar unidos a una estructura firme y sólida, que permanece inequívocamente fiel a toda la verdad católica sin ningún tipo de compromisos o adiciones; que, gracias a la Divina Providencia, puede continuar toda la vida y la obra de la Santa Madre Iglesia en miniatura, por así decirlo; que está libre de todos los errores que han flotando en las mentes de muchos sacerdotes y fieles durante 60 años -en parte con buenas intenciones, pero desconociendo la fe católica que se nos ha transmitido.
Pero esto no es suficiente para nosotros. Aparte de los esfuerzos en transmitir a los demás lo que nosotros mismos hemos recibido, hay UN medio más de salvación, que no utilizamos suficientemente, porque no lo apreciamos como es debido. Se puede decir fácilmente que casi todos los sacerdotes y fieles desorientados mencionados anteriormente, a pesar de todo, tienen una cosa en común, se acogen a una línea de vida común: ¡la Inmaculada y su Rosario! Según las palabras de Nuestra Señora de Fátima, estos son los dos últimos medios de salvación que quedan para los últimos tiempos.
Si estuviéramos más convencidos de esto, como Caballeros de la Inmaculada, responderíamos con un celo aún mayor al llamado de María en Fátima: “Jesús quiere servirse de vosotros para que los hombres me conozcan y me amen”. ¡Qué misión tan responsable!
Ahora, según muchos amigos sacerdotes, es el momento de inundar a las personas de buena voluntad con los escritos sobre la Virgen, con las Medallas Milagrosas, con sus mensajes auténticos de La Salette, Lourdes y Fátima. Pero, sobre todo, debemos reunir a estas personas en un pequeño ejército, en una familia espiritual, que para muchos se convertirá en la última luz segura en la oscuridad de nuestro tiempo. Porque allí recibirán un sólido alimento espiritual, instrucción y, sobre todo, los medios necesarios para no sucumbir en este valle de lágrimas.
En toda nuestra aflicción, no debemos olvidar que no hay nada más glorioso que esta operación de rescate a la que nos hemos comprometido. Ahora más que nunca, hagamos el bien, seamos TUS instrumentos para la conversión de las personas a la Tradición completa, a la única y verdadera fe católica y apostólica. Cuanto más se oscurece nuestro entorno, tanto más brilla la Inmaculada como estrella del mar para guiarnos y salvar a las almas de la perdición.
Recientemente, el arzobispo emérito de Karaganda (Kazajistán), Jan Lenga, visitó la sede de la MI en Varsovia. Exclamó con entusiasmo: “Esta es la obra de Dios para nuestro tiempo”. Y prometió ayudarnos en la distribución de los escritos y las medallas. Otro prelado dijo: “Ahora más que nunca vosotros (se refiere a nosotros, los Caballeros) podéis llevar a la gente a Dios a través de María”. Nunca ha habido tanta gente -laicos, religiosos, sacerdotes y obispos- buscando el contacto con la Tradición. Sería una abominación, que estos buscadores fueran tratados con desprecio por nosotros porque “no tenemos tiempo”. Es evidente que, a medida que se extiende nuestro apostolado, la Virgen nos invita a no escatimar esfuerzos para llevar a SUS pies al mayor número posible de personas.
Hoy hace 450 años, Nuestra Señora del Rosario obtuvo la gloriosa victoria de Lepanto. Pero sólo porque contó con instrumentos que dieron su vida por ella y algunos de los cuales también cayeron en la batalla. Ciertamente, los soldados de la Santa Liga no eran santos, pero sí generosos y dispuestos al sacrificio, llenos de confianza en la Virgen. ¡Qué ejemplo para nosotros: a seguir sus pasos!
La estrategia es sencilla y no tenemos necesidad de mejorarla. El Padre Maximiliano Kolbe, en su sabiduría, lo ha previsto todo, y nosotros sólo tenemos que seguir las instrucciones que dio a los Caballeros de la Inmaculada a lo largo de su vida:
- Conocer a María: todos nuestros escritos, nuestro “apostolado electrónico”, las charlas y homilías se prestan a este fin;
- Amar a María: ayudarle a salvar a sus hijos perdidos a través de la oración, el sacrificio, la distribución de Medallas Milagrosas y las diversas actividades en la MI.
- Ser instrumentos para que otros la conozcan: ser ingeniosos en el apostolado, sin dejar de bombardear a las personas una y otra vez con las “balas” de la misericordia divina;
- Ser instrumentos para que los demás amen cada vez más a María: con nuestro ejemplo, reflejando su amor, con nuestra fidelidad a ella y a su Hijo.
El 16 de octubre de 2021 es de nuevo el aniversario de la fundación de la Milicia de la Inmaculada. En este día queremos renovar nuestra consagración a María como instrumentos en sus manos inmaculadas, no sólo para ganar la indulgencia plenaria, sino sobre todo para pedir a la Inmaculada que ensanche nuestros corazones y los llene de su propio celo por la salvación de las almas, sus hijos amados.
De todo corazón os saludo y os envío mi bendición sacerdotal.
Varsovia, 7 de octubre de 2021, Fiesta del Santo Rosario
Padre Karl Stehlin
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