Novenas a la Inmaculada Concepción

Novenas a la Inmaculada Concepción

D13


Breve historia:

Desde los primeros siglos del cristianismo, tanto en Oriente como en Occidente, la pureza de María se celebra como “Panaghia”, toda santa, santificada por el Espíritu Santo. Según el lugar, la fiesta de la Inmaculada Concepción aparecía en varios momentos, antes de hacerse universal en 1602.

A falta de la declaración del dogma, el nombre “María sin pecado concebida” se generalizó, particularmente después de las apariciones en la Rue du Bac en París en 1830. La Virgen pidió a Catalina Labouré que hiciese acuñar una medalla con las palabras: “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”.

La propia Bernadette Soubirous lució esta Medalla de la Inmaculada Concepción, que el buen pueblo cristiano había rebautizado como “Medalla Milagrosa”.

Deseando fortalecer diariamente esta doctrina de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios en la mente de los fieles, y excitar su piedad y celo por el culto y la veneración de la Virgen concebida sin la mancha original, los Papas con entusiasmo y alegría concedieron la facultad de proclamar la Inmaculada Concepción de la Virgen en las letanías conocidas como Letanías de Loreto, y en el Prefacio de la Misa misma, para que la regla de la oración sirva así para establecer la regla de la fe.

Proclamación dogmática del Dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854, por el Papa Pío IX, de la Constitución Dogmática Ineffabilis Deus:

“Por tanto, en humildad y ayuno, ofrecemos incesantemente nuestras oraciones privadas, así como las oraciones públicas de la Iglesia, a Dios Padre por medio de su Hijo, para que se digne dirigir y fortalecer nuestra mente por el poder del Espíritu Santo. Del mismo modo suplicamos la ayuda de toda la hueste celestial mientras invocamos ardientemente al Paráclito.

En consecuencia, por inspiración del Espíritu Santo, para honra de la Santísima e indivisa Trinidad, para gloria y adorno de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y para el fomento de la religión católica, por la autoridad de Jesucristo nuestro Señor, de los Beatos Apóstoles Pedro y Pablo, y la nuestra:

“Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio concedido por Dios Todopoderoso, en vista de los méritos de Jesucristo, el Salvador del género humano, fue preservada libre de toda mancha del pecado original, es una doctrina revelada por Dios y, por tanto, debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles”[29].

Por lo tanto, si alguien se atreve, ¡lo cual Dios no permita! — para pensar de otra manera que como ha sido definido por nosotros, sepa y comprenda que está condenado por su propio juicio; que ha naufragado en la fe; que se ha separado de la unidad de la Iglesia; y que, además, por su propia acción incurre en las penas establecidas por la ley si expresare de palabra o por escrito o por cualquier otro medio exterior los errores que piensa en su corazón.”

 


Novenas a la Inmaculada Concepción

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