Quienes somos
La Militia Immaculatae (MI) fue fundada por San Maximilano Kolbe en reacción a los ataques a la Iglesia y a las almas. Se trata de una suerte de milicia espiritual bajo el estandarte de la Inmaculada. Triunfadora de todas las batalles de Dios, la única “que ha vencido todas las herejías” (Breviario Romano) y a quien Dios ya en el Génesis predijo el triunfo final sobre la serpiente, Satanás; esperanza de los que trabajan por el Reinado de Nuestro Señor Jesucristo. “¿Es posible que nuestros enemigos deplieguen todas sus fuerzas para vencernos, mientras nosotros permanecemos de brazos cruzados e inactivos? ¿Acaso no tenemos armas más poderosas, no contamos con el cielo y sobre todo con la Inmaculada?” (San Maximiliano)
MI-SUIZA
La MI de Suiza fue fundada el 8 de diciembre de 2014. La Asociación, con sede en Wil/SG
está bajo la dirección espiritual de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
En el Priorato de Wil existe un grupo de la MI 2, que se reúne mensualmente para rezar en común y para profundizar la fe católica por medio de conferencias. La consagración a la Inmaculada efectuada por los miembros y la pertenencia a la MI son las ideas centrales de estas conferencias. En calidad de instrumentos de nuestra Reina y a ejemplo de nuestro Patrono, queremos trabajar en la conversión de las almas y en la difusión del reinado de Cristo por María. Además de stands organizados en diferentes ciudades, nuestro principal apostolado consiste en la difusión a nivel mundial de la Medalla milagrosa.
“Con este apostolado nos esforzamos por realizar el ideal que San Maximiliano previó para la MI: Ser solícitos en la conversión de los pecadores por mediación de la Inmaculada. Para ello utilizar todo medio legítimo, en modo particular la difusión de la Medalla Milagrosa.” (Estatu-tos de la MI).
“Se deben elegir de manera particular los medios que la misma Inmaculada nos ofrece, sobre todo la Medalla Milagrosa. Debemos difundirla en todo lugar donde sea posible. “(cita del P. Kolbe)
Permítasenos solicitar su generoso
apoyo a nuestro apostolado. ¡Dios le pague!
